La experiencia de cada edición fue incorporando nuevas dimensiones de una a otra. En Anisacate, la edición laboratorio, muchas de las cosas que hicimos después aún no estaban. Por ejemplo, la producción colectiva de la bitácora. Escribimos tiempo después, recuperando la cotidiana de esos días.

I

La llegada. No se conocían entre sí, apenas dos o tres se habían cruzado alguna vez. Igual, se reconocieron en la terminal de Córdoba y tomaron el colectivo juntxs hasta Anisacate. De a poco nos vamos acomodando, unas primeras empanadas nos esperan en la mesa. Algunos silencios, entre el cansancio del viaje y la timidez, y unas primeras vueltas de reconocimiento antes de terminar el día.

La rutina de los días fue reforzando los vínculos y generando los rituales: cada quién había llevado una película y un (foto)libro para compartir. Cada noche, terminaba en proyección y nos quedábamos conversando sobre lo que vimos. Siempre alguna frase quedaba resonando.

De a poco, fueron apareciendo imágenes que cada quién compartió desde su computadora, como gesto de confianza a la mirada del otrx, que desde otro lugar, enriquecería la propia.

Por las mañanas vamos a la radio para que cada participante cuente su proyecto e invite a los oyentes a sumarse a los mismos. En esas entrevistas-conversaciones con la radio local, vamos entendiendo también qué era lo que estábamos haciendo, poniendo en palabras lo que de alguna forma intuíamos saber.

II

La casa se abre. Organizamos tres encuentros, tres invitados que vinieron desde Córdoba a compartir sus haceres: Gabriel Orge nos habla del retrato, Rodrigo Fierro de sus caminatas y el paisaje cordobés, Gerardo Repetto de la fotografía como procedimiento. Son noches en las que llegan a la casa muchxs vecinos curiosxs, se acercan a compartir una cena y conocer más de lo que hacemos, a ver qué hay detrás de esxs extrañxs que merodeaban por el lugar.

III

Como Anisacate es un pueblo finito y alargado sobre la ruta 5, como cierre de la experiencia pensamos en una intervención de las garitas del colectivo que se despliegan a lo largo de la ruta. También, el último día, compartimos nuestros trabajos proyectados en un hermoso patio de una librería en Alta Gracia. Ver así, en pantalla grande y uno atrás del otro lo que cada quién había estado mirando esos días, nos hizo terminar de entender que una mirada colectiva se construye en la suma de lo diverso.

IV

Al terminar la edición de Anisacate, desde Buenos Aires Manuel Fernández escribió este texto-lista titulado «Fábrica de amigxs»:

«Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz»
Leonard Cohen

Durante los diez días que duró la residencia Nido Errante en Anisacate, comimos comida para vegetarianos, para quienes comen carne, quienes no comen pollo y quienes no comen lácteos, tortillas con huevos puestos por las gallinas del vecino, fideos con salsa, polenta (sin pajarito), salame de chocolate, tutucas y pororo o pururu o pochoclo.

Las bebidas de cada día fueron té, mate, soda, agua (mineral, porque la de la canilla estaba contaminada) vino y vermú. Una vez compramos cervezas y el último día tomamos Coca Cola.

Vimos un documental sobre leonard cohen (y escuchamos casi todos sus temas), uno del festival All Tomorrows Parties, uno de los decálogos de Kieslowski y la película Her por la mitad, la escena con la pantalla en negro fue determinante para su interrupción.

Hubo tres charlas con invitados sobre paisaje, retrato y fotografía sin cámara.

Fuimos al río un par de veces. Una de esas veces viajamos en bicicletas y al llegar vimos un perro muerto y una cruz grande contra un árbol. El agua estaba muy fría, pero igual nos metimos. Al rato nos pusimos a tirar piedras jugando a pegarle a una tranquera que estaba cruzando el río hasta que salieron los dueños y elegimos apuntarle a otra cosa.

Una de las noches hubo baile mientras Guido revelaba sus rollos blanco y negro. Algunos dormíamos y no nos enteramos.

Vimos muchísimas fotos de inmigrantes, de nuestras camas, de viboras, de adolescentes, deconstrucciones alternativas, de máscaras, de pantallas de teléfono, de caballos, de reflejos…

Contamos con las visitas de Pablo y del pequeño lacu, que una noche nos hizo una coreografía robótica al ritmo de Daft Punk.

Uno de los temas recurrentes de charla fue Gerardo Repetto y sus obsesiones a la hora de realizar sus trabajos.

Aprendimos que «Afásica» es el término que refiere a la pérdida de la capacidad del habla como consecuencia de una lesión cerebral.

 Hubo momentos de lectura, de charla, de siestas, caminatas al sol o bajo la lluvia, solitarias o en equipo y algunas competencias de tiro al blanco con dardos.

Durante esos diez días, pasó todo esto y algunas cosas más. pero sobre todo se armó un nuevo grupo de amigos que de vez en cuando se encuentran a comer, charlar, ver fotos, peliculas, recitales, cocinar, salir y cada tanto, escuchar a Leonard Cohen.

Manuel Fernández, 2014.

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